EL PAÍS
Los conflictos aumentan y aumentarán. Algunos tendrán un contenido político y reivindicativo, otros se expresarán en formatos estrictamente delictivos. Pero, ante ello, lo que hemos de exigir a las fuerzas de orden público y la justicia es entender su papel de garantes y servidores de la ley, y no meros instrumentos de la prepotencia y de la impunidad de los más poderosos. Con dirigentes como Felip Puig, que confunde lealtad a sus subordinados con defensa de la más absoluta discrecionalidad, no vamos por buen camino.